El ultrasonido crea cavitación acústica, que produce burbujas de vacío que implosionan violentamente, provocando ondas de choque, microchorros y fuertes fuerzas de cizallamiento, así como temperaturas locales extremas (~5000 K) y presiones (~1000 atm). Estas condiciones extremas dan como resultado una mezcla excepcionalmente eficiente, que produce nanoemulsiones con tamaños de gota muy pequeños y enormes áreas de contacto entre todos los componentes.